Partamos de una premisa fundamental: «Todo lo que está en mal estado, corrompe lo demás».
Un cable en mal estado, no solo evita que el terminal funcione correctamente, con el tiempo lo puede arruinar y esto empeora otras partes que podrían haberse mantenido útiles, al cambiar el cable con el que cargamos el dispositivo.
El cable de un dispositivo es una de las partes más frágiles que componen el terminal. Lo llevamos a todos lados y en estas maniobras se tienden a dañar por completo, principalmente de la parte en la que se conecta al dispositivo.
Muchos son los usuarios que se quejan de esta situación, cables que se rompen muy fácilmente al poco tiempo de uso o que no funcionan del todo bien. Al comprar otro cable para cargar nuestro iPhone, podemos cometer el error de acceder a uno barato, que no cumple con las condiciones eléctricas adecuadas.
Los cables en mal estado pueden arruinar el iPhone debido a cortes inesperados de electricidad o alta impedancia en su circuito que impide la corriente adecuada hacia el dispositivo. Esto puede dañar otras partes electrónicas del dispositivo y agravar la situación del terminal.
Los cables de iPhone son conocidos como «Lightning to USB» y son los más proclives a destruirse, sin embargo, Apple no contempla cambiar este producto. Lo que sí es cierto, es que la carga inalámbrica, ahora está disponible en los nuevos diseños del iPhone.
Apple recomienda cambiarlo al mínimo indicio de daño y no esperar a que el cable esté completamente roto.